lunes, 9 de febrero de 2015

Los orígenes de la Policía


LOS ORÍGENES DE LA POLICÍA
 
            Hasta el reinado de los Reyes Católicos, no existía una fuerza unificada que tuviera la jurisdicción en todo el territorio nacional, ni siquiera en cada reino por separado. El orden se mantenía por fuerzas locales, tales como la Hermandad Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad Real, que fue autorizada en 1300 a perseguir "golfines y bandoleros", así como por representantes de la Corona y alguaciles, mientras que las investigaciones más generales eran llevadas a cabo por la Santa Inquisición. Sin embargo, aunque la unificación de ambos reinos no fue ni mucho menos completa (Cristóbal Colón, por ejemplo, portó el estandarte de Castilla, no de Aragón), en un aspecto en el que si se estableció un criterio de unidad fue en el de la creación de una fuerza policial que tuviera jurisdicción absoluta en ambos reinos: la Santa Hermandad.
 
           

 
            LA SANTA HERMANDAD
 
            En 1476, en las Cortes de Madrigal, se dotó de jurisdicción en los dominios de los Reyes Católicos a la Santa Hermandad, dotándola de una administración central, llamada Diputación General, que tenía su sede en Toledo, y cuya gestión terminó a cargo de don Juan de Ortega y Alonso de Quintanilla. Se crearon fuerzas de a pie y de a caballo, puestas bajo el mando del Capitán General don Alfonso de Aragón, hermano del rey Fernando el Católico, dándole potestad sobre "todo el territorio del Reino y sus futuras conquistas", en previsión de las conquistas musulmanas en la Península Ibérica.
 
            La Santa Hermandad adoptaría como símbolo el Águila de San Juan, evangelista por el que Isabel la Católica sentía especial simpatía, y vio su auge y mayor trabajo con la toma de Granada en 1492, que supuso el aumento de la delincuencia al no tener sus habitantes musulmanes trabajo, dándose a la delincuencia para poder subsistir.
 
            El éxito de la Santa Hermandad, por desgracia, no evitó que se viera afectada por los problemas presupuestarios, y en 1498 fue suprimida la Diputación General, aunque se mantuvo el sistema de patrullas utilizado hasta la fecha, compuesto por grupos de tres hombres que realizaban rondas por las zonas asignadas. Durante el reinado de Felipe II se establecieron zonas asignadas de patrulla a controlar, así como los municipios a patrullar, creándose lo que sería el precedente de las primeras organizaciones periféricas de la policía gubernativa.
 
 
 
            LA REAL CÉDULA DE 1824
 
            Desde la Santa Hermandad, y pasados los tiempos del reinado de Felipe II, el papel de la labor policial fue cobrando fuerza en instituciones de carácter local, cobrando fuerza en las labores investigativas contra la Corona la Santa Inquisición, ya que se consideró que, dado que el rey era nombrado por la gracia de Dios, atacar al rey o a sus intereses era atacar a Dios. Los alguaciles o corchetes cobraron especial importancia en los núcleos de población, llamando al orden con la expresión "favor al rey", y otras instituciones, denominadas Milicias Concejiles y Milicias Nacionales pasaron a ocuparse del orden público.
          
            Tras la ocupación francesa y los conflictos sociales, diversas influencias y gobiernos de carácter liberal, apoyados por el ejército, trajeron nuevos vientos en la sociedad española, y tras el restablecimiento de la monarquía con Fernando VII en 1823, surgió la necesidad de crear nuevas instituciones que asentaran de nuevo a la Corona.
 
 
 
            Así, el 13 de enero de 1824, a través de una Real Cédula, se creaba la Policía General del Reino, estableciéndose tradicionalmente en esta fecha el inicio de la andadura de la policía gubernativa en España. La influencia borbónica quedó inmediatamente patente tanto en la organización como en la uniformidad de la nueva fuerza policial, con jurisdicción en todo el reino, bajo el mando de un Superintendente General y dependiente del Ministerio de Gracia y Justicia, siendo una institución de carácter civil y con espíritu urbano.
 
            Se creó además, con el fin de sustituir en labores investigativas a la Santa Inquisición, una "red de informadores del Rey", que se ocupaban de controlar e investigar las posibles revueltas o conspiraciones de carácter liberal que pudieran producirse. Se crearon en esta época, además, las llamadas Cartas de Seguridad, precedentes del actual DNI, que se renovaban una vez al año o cada vez que se cambiaba de domicilio.
 
            La supervivencia de la Policía General del Reino fue, desgraciadamente, tan breve como el resto de cuerpos que con el tiempo irían sustituyendo su función como policía gubernativa. Así, con el estallido de la I Guerra Carlista, la Policía General del Reino iniciaría en 1827 un proceso degenerativo que culminaría con su disolución en 1835, pasando a asumir sus competencias nuevamente las Milicias Concejiles y Nacionales y posteriormente un nuevo Cuerpo que se crearía en 1844: La Guardia Civil.
 
            Se expone aquí una reproducción tanto de la Real Cédula de 1824 como del Reglamento Provisional de Policía, de 1822.
 
 
 
 

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